jueves, 14 de agosto de 2014

PREGÓN DEL VINO

 PREGÓN DE LA XXXI NOCHE DEL VINO

CÓMPETA 15 DE AGOSTO DE 2006

CARMEN AGUIRRE


     ¡Buenas noches, Cómpeta!
   Buenas noches excelentísimas autoridades, señoras y señores; a todos los nacidos aquí, y a los que viniendo de otras tierras  escogieron sentar sus reales en este bello pueblo de la Axarquía.

  Lo primero, agradecer al Ayuntamiento de Cómpeta por  haberme brindado el alto honor de ser la pregonera de esta trigésimo primera “Noche del  Vino”.  Y, ¡como no!, al presidente del Centro  de Cultura Andaluza, Pablo Franco,   que fue quien me propuso para abrir las puertas de este sin par evento. Muchas gracias también, por hacer mi presentación, a Salvador de la Peña: periodista, que sabe de flamenco lo que no está escrito, y maestro en el decir de los pregones. Y por supuesto a todos los que estáis aquí esta noche.

                             Hoy llegué a Cómpeta, amigos,
en este día señalado.
Vengo a pregonar la Fiesta
con la amistad en la mano.

Y en esta noche agosteña
y por el vino hermanados,
quiero dejaros mi verso
con el alma a flor de labio.

Que hablaros del vino, es:
nombrar coraje y trabajo,
es empeño y esperanza,
¡es sudor de todo el año!.

Es la lucha cuerpo a cuerpo
con el terreno inclinado.
Es venerar a la tierra
cual si fuera un santuario,

para que nos den las viñas
el fruto ya fecundado
por las brisas que le llegan
del azul Mediterráneo.

¡Y que se cuajen las cepas
de verdes y hermosos pámpanos!,
¡que los racimos florezcan
y, así, poder vendimiarlos!.

¡Que se maduren las uvas
al beso del sol dorado!,
para que amanezca el vino…
¡para que el vino amanezca:
                             alegre, libre y sagrado!   (1)
  












 
   


  Nuestros antepasados supieron lo que es trabajar de sol a sol;  del cuidado de las viñas, de esas viñas que tapizan los campos, como si se tratase de un encaje de bolillos, salpicado de perlas verdes y doradas. Ellos… nuestros mayores, nos enseñaron su siembra y su cuidado,  la recolección, y el asoleo de las uvas en los paseros. Tenían la esencia territorial tan arraigada como las raíces de las cepas, y supieron legarnos  esa sabiduría que nace como claros veneros de las entrañas de la madre tierra.

                             Cómpeta blanca y bonita,
el pueblo de mis mayores.
Por toítos sus rincones,
llamaban a los Requena
de apodo “los Tocaores”. (2)

…. Y es que mis ancestros están en estos pagos, en esta hermosa tierra, dulce y acogedora, a la que llaman “Cornisa de la Costa del Sol”. Aquí nacieron mis antepasados; mis bisabuelos por línea materna: José Requena Franquelo y Carmen Pérez,   de cuyo seno nacieron 6 hijos, siendo el pequeño de ellos mi abuelo Manuel.  Esta que es mi familia, era conocida por el apodo de “los Tocaores”. Yo les puedo dar fe, de que mi abuelo tocaba el violín y el piano, y que fue  director de la Banda Municipal, de Álora. Y ¡cómo voy a olvidarme de mi abuela! Josefa Robles Molina, que aunque nacida en Colmenar y criada en Torrox, parió  en Cómpeta a 5 de  sus 12 hijos. Ella, cuyo padre fue profesor de música,  también impartía clases de piano y  tocaba el órgano en la iglesia.      ¡Y como de casta le viene al galgo!….  continúan con la tradición   mis primos: Antonio y Juan Requena, que son guitarristas flamencos;   y mis sobrinos Rafael y  Víctor, que se  han  inclinado por la guitarra clásica y el violín.      ¡Por algo, pienso yo, nos tenían que llamar “los Tocaores”!.

                             De Cómpeta era mi abuelo,
mi abuela de Colmenar,
que bendita sea mi madre
que también es del lugar,
mi raíz es de tierra adentro
aunque nací junto al mar.   (3)

    
     Llegado a este punto, quisiera, con el permiso de ustedes, dedicarle este pregón a  mi madre: Carmen Requena Robles, ya que a ella tengo que agradecerle, aparte de la vida, el cariño que me inculcó por  Cómpeta, ( su pueblo), del que partió siendo una niña y del que guarda imborrables recuerdos. Recuerdos vividos en la paz de estos terrenos, entre sus gentes, en estas calles empinadas, que quieren alcanzar el firmamento. Me cuenta, que su padre era ayudante de farmacia; y que su tío Emilio tenía un bar en esta misma plaza en la que nos encontramos.  
    Se le iluminan los ojos, esos ojos suyos, verdes enveraos, al recordar su niñez en el cortijo de sus abuelos; cortijo con su lagar y su bodeguilla y un hermoso patio, en el cual había un largo poyete donde se sentaban los viñadores a la espera de que su abuela, mamá Carmen,  sacara la botella de aguardiente y les diera una copita antes de irse a faenar.  

                        ¡Por eso, esta noche os voy a hablar desde la voz de la sangre, desde el corazón, desde mis raíces, que son las de esta tierra vuestra y mía por la gracia de Dios!.


                                              ¡Cómpeta!,
crucesito de caminos,
cornisa al Mediterráneo,
tierra de sol y de vino.

¡Cómpeta!,
blanco pueblo de montaña,
cuajadito de mil flores
al pie de sierra Almijara

¡Cómpeta!,
la de la uva moscatel;
las pasas de tus paseros
están destilando miel.
                       
¡Cómpeta!,
¡te lo tengo que decir:
una parte de mi alma
se quedará junto a ti!  (4)

     
  Y es verdad esto que os digo. ¿Quiénes de los que estáis aquí esta noche, no ha dejado en esta tierra un trozo de su alma, o bien, se ha quedado a vivir en este pedazo de paraíso?. La prueba es que todo aquel que llega, se queda enamorado de este lugar de ensueño: de la inmensidad de sus sierras: Tejeda y Almijara, de sus claros manantiales, del blanco de la cal, que a fuerza de ser blanco se azulea al reflejo de añil que le da cielo; y sus gentes, más que hospitalarias, te reciben como si de hermanos se tratase.

     ¡Aquí, en Cómpeta,  el aire es aún más puro, y nos llega preñado de los más sutiles aromas! ¡El sol es un gran pandero que derrama su bienhechora luminosidad para asolear las viñas de las que nacen miles de soles pequeñitos, que nos darán el néctar de los dioses!.

                                             *********           

 Hoy, desde mediodía, el pueblo está de fiesta. Hemos disfrutado del magnífico espectáculo de la pisa, y degustado sus exquisitas migas, regadas por los vinos del terreno.  Se nos ha alegrado el corazón al escuchar los fandangos competeños y los cantes y bailes por verdiales.
    Hoy, día de la Virgen de Agosto: Ntra. Sra. de la Asunción, y al amparo de la parroquia del mismo nombre, que se alza majestuosa, como joya de incalculable valor,  me gustaría entonar  un canto de alabanza a la Señora:

                           Coronada de estrellas, cual la aurora,       
                            y con traje de sol, que refulgía,
                            subiste hasta los cielos, Madre mía,
                            Madre del Redentor, Reina y Señora.

                            Asunta en alma y cuerpo estás ahora
                            en la gloria del Padre, ¡oh María!
                            Para honor de la Iglesia y su alegría
                            de la cual fuiste excelsa inspiradora.

                            Tu pureza no admite corrupción,
                            pues tu seno fue templo del Dios Hijo:
                            remanso de agua clara y milagrosa,

                            vereda que abre vías al perdón,
                            azucena de luz, senda y cobijo:
                            Máter de la Asunción: ¡Madre amorosa!  (5)





 Desde esta plaza de la Almijara, desde este palco natural, arropada por todos ustedes,  y con ese puntito tan especial que nos procura el vino, os digo que:

                                      La noche quiero pasar
entre fiesta y alegría,
y con vuestra compañía,
en círculos de amistad,
ver amanecer el día.   (6)

     Pero antes, vivamos la noche, esta noche llena de magia y de vino, de poesía y de cante. Celebremos todos juntos, bajo está bóveda de estrellas, lo que desde hace 31 años se viene sucediendo. Desde esa primera vez, en 1975, en la que dejó su impronta y su verbo la gran Gloria Fuertes, y pasando por los demás ilustres pregoneros que me antecedieron en la tarea de glosar la Noche del Vino.
    
                                       ***************  

 Desde el principio del mundo, todos los pueblos que dependían de los frutos, que albergaba en su seno la madre   tierra, han  celebrado la época de la cosecha.    No podía ser menos en Cómpeta, pueblo eminentemente agrícola, ¡honrado y laborioso!, ¡con marcadas señas de identidad!. Dedicado desde siempre al olivo, al almendro y , sobre todo, a la vid, que han cultivado a lo largo de los tiempos. ¡Pueblo madurado en la historia, que se alimenta en sus mitos y costumbres tradicionales!.

Su paisaje envidiable, ha hecho del turismo otra fuente de ingresos,  ya que aquí  conviven muchísimas personas de  distintas nacionalidades,  que  han  encontrado  en  Cómpeta   su  segunda patria. ¡Porque Cómpeta es hospitalaria y trabajadora, celosa de sus tradiciones y de su vino que le ha dado fama en el mundo entero!

                            Nuestras viñas se criaron
al beso del padre sol;
la tierra le dio el sabor,
y en su madre maduraron
con la solera mayor.   (7)

              ***

Málaga, bella y radiante,
un paraíso divino,
¡Málaga, bella y radiante!
con su vino y con su cante…
dulce cante y dulce vino
que se meten en la sangre.  (8)

                 ***
¡Vivan los montes de Málaga
y los sones verdialeros!
¡Vivan los montes de Málaga
de olivos y de paseros!...
Y este vinillo que alegra
desde el último al primero. (9)
 
    
    El insigne poeta de la raza, Salvador Rueda, axárquico universal, creció rodeado de la naturaleza y nos desveló en sus poemas los secretos  de la “Gran Creadora”. Por él supimos que  “el sol elabora con rayos de oro la flor en la rama”, y que “el higo chumbo es un doctor que estudia ciencias de espinas”; “de las flores de almendro con sus risas de niño”; “de la pequeña abeja y el culantrillo del aljibe”, o de que la cigarra con “su voz cascada y bella madura los racimos, templados en la tierra del sol por las calores”….  


                                                    Era por agosto,
                      y ornando las cepas,
                      las moscateles lucían sus ámbares
                     de velo de oro y halagos de felpa,
                     que huelen a seno de nido
                      y a seno de virgen morena….  (10)
                        
                           ****                                             
                         
                                A lluvia de calor, techo de parras,
              a reposo de pino,
              actividad de avispas y cigarras
              en el sarmiento fino,
              cuerda de pompas y sostén del vino…   (11)

                                                    ****
   
   ¡Baile, cante y vino!… Noche del dios Baco. Noche de Dionisos, el dios griego  que, según la mitología, extendió el cultivo de la vid. Vino, que nació con el hombre y ha estado presente desde el principio de los siglos, y de ello da prueba los restos prehistóricos encontrados con fósiles de orujo o de uva prensada.
      
     Dice el libro del Génesis que el primer viñatero fue Noé, que después del diluvio, planta vides y bebe de su zumo; haciendo coincidir el renacimiento de la humanidad con el nacimiento del vino.
     
                   Por eso...

                         “El hombre sabe a vino. El vino a hombre.              
                                Es un secreto a voces el misterio.
                                Desde lo más remoto vienen juntos
                                rompiendo las ventanas del silencio.
                                La memoria del vino, es la memoria
                                del labrador de pámpanos y estrellas
                                que un día, ya de pie, mató al olvido
                                y se vino a zancadas por la tierra.
                                El antiguo pastor de las edades
                                guardó los cereales, la herramienta,
                                llevó la vid con él sobre los siglos
                                para ver regresar la primavera”….  (12)




  Porque el vino se da la mano con el hombre desde lo más inmemorial del tiempo hasta el presente. Es el símbolo eterno de la vida.  Y arraigó en la cultura mediterránea tanto en lo cotidiano como en lo sagrado.


        El vino es un don de Dios y su abundancia es señal de bendición.      ¡El pueblo mismo es la viña de Dios!.  En la Consagración, el vino se convierte en la sangre de Cristo: sangre de la alianza nueva y eterna.  
         “Elixir de la vida”, lo llamaron los babilonios, ¡y nunca mejor dicho!, pues cuando se hace buen uso del vino es salud y medicina, tanto del cuerpo como del espíritu, ya que según dijo Séneca:el vino lava nuestras inquietudes, enjuga el alma hasta lo hondo y, entre otras virtudes, asegura la curación de la tristeza.”

            Rumor de vino, música de la alegría, ¡sangre de la madre tierra!:

                                    Vino color de día,
                                    vino color de noche,
                                    vino con pies de púrpura
                                    o sangre de topacio,
                                    vino,
                                    estrellado hijo
                                    de la tierra,
                                    vino, liso
                                    como una espada de oro,
                                    suave
                                    como un desordenado terciopelo,
                                    vino encaracolado
                                    y suspendido,
                                    amoroso,
                                    marino,
                                    nunca has cabido en una copa,
                                    en un canto, en un hombre,
                                    coral, gregario eres,
                                    y cuando menos, mutuo…
       El vino
       mueve la primavera,
       crece como una planta la alegría,
       caen muros,
       peñascos,
       se cierran los abismos,
       nace el canto…..  (13)

                                                  ******

        Dijo Manuel Machado que: “vino, sentimiento, guitarra y poesía hacen los cantares de la patria mía”…. Y yo os digo: que mi patria es esta, ¡mi cante la malagueña!, ¡mi guitarra el odre de la poesía!,  y mi vino… ¡mi vino!… ¡el de Málaga!.   
     Vino nacido de las viñas que están con nosotros desde la fundación de Mainake.  ¡Ese vino cuya elaboración data del Bajo Imperio Romano!. ¡Ese mismo vino que durante la dominación árabe, y a pesar de su prohibición, se bebía con el nombre de Xarab al Malaquí, porque su ingestión no era pecado!.  Ése, al que nombraron en Francia: “Cardenal de los Vinos”, y que Catalina II, la zarina de Rusia, eximio de impuestos. ¡Esos son nuestros vinos!, vinos con historia y solera;  conocidos y apreciados en el mundo entero, y por los que han velado la Hermandad de Viñeros:  ¡Sangre de uvas, doradas lágrimas de la tierra que saben a gloria bendita!.    
                      
                             ¡Dejad que os eche un cante
de amor y vino a la tierra!,
un cante por malagueñas
que las penitas arranque.

Que el flamenco como el vino
tiene que paladearse,
tiene que tocar la fibra
y tiene que desangrarse.

Debe bajar hasta el fondo
de la bodega del pecho,
y debe purificarse
para fluir por derecho.

Vestido de luz se alce
desde la bóveda oscura,
y que llegue hasta los labios
con la solera más pura.

Que su sangre sea la sangre
que nos corre por las venas,
¡que sea fuente, mar y río,
que sea fuego, llama y vela!.

Que por los cinco sentíos
se nos vayan adentrando:
flamenco, ¡vino y flamenco!,
¡flamenco y vino hermanados!

                  ¡Así!, ¡que el vino nos cante!,
y en su conjuro enredados
nos suenen todos los sones
que de la tierra ha mamado.

¡Qué alegre resuena el vino
al cantar por alegrías!
¡Qué redondo en soleares!
¡Qué solera en seguiriyas!

                             Generoso en los fandangos
y suave en la granaína.
Por tonás, profundo y firme,
por tangos… ¡qué picardía!
Vino que salta y repica
con raza en las bulerías.

Y por cantes de la tierra…
(¡cantes de la tierra mía!)
es  dulzura y esperanza,
bouquet, néctar y  ambrosía:
es el santo sacramento
que nos cura las heridas.

Así, que amigos, ¡bebamos!…
¡bebamos todos unidos!
¡Elevemos nuestras copas
hacia el inmenso infinito!

Que se cumpla la promesa.
¡Que sean ustedes testigos
de que en esta noche mágica,
en la gran Noche del Vino,

en estos pagos de Cómpeta,
con Baco y con Dionisos,
el vino nos ha cantado…
y le hemos cantado al vino!  (14)
                                                                                     
                                                                     He dicho


Carmen Aguirre Requena. En Cómpeta a 15 de Agosto de 2006

 Notas

(1)     Hoy vine a Cómpeta...   Carmen Aguirre Requena

(2)     Cómpeta blanca y bonita.  (fandango)  Carmen Aguirre

(3)     De Cómpeta era mi abuelo.  Carmen Aguirre

(4)     ¡Cómpeta!.   Carmen Aguirre Requena

(5)      Máter de la Asunción.  Carmen Aguirre   

(6)     La noche quiero pasar…  (verdial)  Carmen Aguirre

(7)     Nuestras viñas se criaron… (verdial)  Carmen Aguirre

(8)     Málaga, bella y radiante…  (verdial)  Carmen Aguirre
    
(9)     ¡Vivan los montes de Málaga!… (verdial)  Carmen Aguirre

(10)   Era por agosto… (fragmento de “Camino de Vélez) Salvador Rueda

(11)   A lluvia de calor…  (fragmento de “Oda al vino”) Miguel Hernández
   
(12)  El hombre sabe a vino, (fragmento de "Carta de vinos) Armando Tejada .

(13)   Vino color de día… (fragmento “Oda al vino”)  Pablo Neruda

(14)   Dejad que os eche un cante.  Carmen Aguirre Requena

                     



                                  


viernes, 11 de julio de 2014

LA MUERTE Y EL FLAMENCO

La muerte es una constante en el flamenco. Hay multitud de letras flamencas alusivas a este tema, sobre todo en las Seguiriyas. Hoy, he querido traer a este blog, algunas de mis coplas que hacen referencia a lo único cierto que tenemos en la vida...  la muerte.
  




SEGUIRIYAS

Al pie de tu cama
yo te estoy velando.
Mientras la muerte con su frío beso
te muerde en los labios.

                            ***                              
No tuvo en su entierro
ni un ramo de flores...
ni siquiera tuvo unas lagrimitas
porque era mu pobre.




Cuando yo me muera
no lloréis por mí,
qu'en la sepultura estará el remedio
pa' este sinvivir.

 ***

Se llevó a la tierra
mi nombre en sus labios.
Que llegue mi horita es lo que deseo
pa' estar a su lao.

***


SOLEARES

Desde el mismo punto y hora
que se empieza a germinar,
t'os somos reos de muerte
con la sentencia dictá.

***

A ti te llevó la muerte...
y a mí me lleva la vía
derecha a la misma suerte.




Cuando me llegue la muerte
no vayas a amortajarme.
Desnuíto vine al mundo....
desnudo quiero marcharme.

***

¡Me llegue la muerte ya!
y con mi último suspiro
se marche la soledad.

***


FANDANGOS

No quiso decirme ná,
sabiendo que se moría...
y en silencio ella sufría
solita su enfermedá,
¡mira tú si me quería!




Porque me hizo prometer
que en su entierro no llorara...
Y yo que la veneraba,
las lágrimas me tragué
y por dentro m'ajogaba.

***

Pa' qué tanto batallar
a t'oas las horas del día,
si la muerte está escondía
en cada sitio y lugar
p'arrebatárnos la vía.

***

© Carmen Aguirre
Letras premiadas en diferentes concursos